We use cookies - they help us provide you with a better online experience.
By using our website you accept that we may store and access cookies on your device.

Un jugador cualquiera

Nací hace más de 9 años… No recuerdo qué fecha era, pero sí sé qué día exacto cumpliré los 27. Sí, mi nacimiento no fue como el tuyo. Yo me encontraba jugando en un equipo de barrio, sin edad, sin nombre, sin cara. Mi primer recuerdo es el rostro de un ojeador de no recuerdo qué equipo que jugaba en no recuerdo qué división. Soy un jugador cualquiera de HT.

Mi vida comenzó siendo intrascendente. Dejé la academia con apenas mil de TSI, y un equipo extranjero del que nunca había oído hablar pagó por mí 5000 euros. ¡5000! “Cuántos euros”, pensé… “¡La de cosas que podría hacer a mis 17 si me los pagaran a mí!” Pero tampoco podía quejarme: aunque yo era un jugador mediocre ya me ganaba 300 euros semanales.

Mi estancia en ese primer equipo la recuerdo con cariño. Estuve allí un par de temporadas, con buenos compañeros, mucho mejores que yo la mayoría, pero hice más amistad con un pequeño grupo de mi edad, no mucho mejores que yo en esto del fútbol. Recuerdo que nunca jugábamos todos juntos los mismos partidos: una semana unos disputaban el partido en liga mientras el resto nos teníamos que conformar con un triste amistoso, pero sabíamos que llegaría nuestra oportunidad. Y de tanto en tanto, por algún motivo que desconozco, alguna semana el entrenador convocaba en liga a un habitual de los amistosos. “Está muy bien últimamente, rinde más que los demás y hay que aprovecharlo, se le ve en muy buena forma”. ¡Qué alegría cuando se refería a mí! Pero al poco volvían a jugar los de siempre...

En aquellas dos temporadas aprendí mucho. Realmente siempre entrenábamos lo mismo: posicionarnos en el campo, tocarla en corto, esperar pacientemente desmarques y darla en el momento adecuado… Éramos un equipo orientado a la creación de juego. Y yo, poco a poco, lo hacía cada vez mejor. Cuando cumplí los 19 mi sueldo se había disparado, y a pesar de mi juventud ya ganaba más de 10.000 euros semanales. ¡Guau!

Aquella temporada tuve que hacer las maletas. Mi equipo decidió transferirme a otro club, aunque mi opinión no se tuvo en cuenta. El nuevo equipo era español, este lo recuerdo bien. Me alegró mucho volver a mi tierra, pero me bajaron el sueldo. Al parecer estaba cobrando un 20% más en no sé qué concepto, y me lo retiraron… ¡Menuda gracia! Pero fue muy interesante también mi estancia en este nuevo club: aquí contaban conmigo en los partidos importantes, Liga y hasta Copa en ocasiones. En mi primer año seguí entrenando lo mismo… “¿Cambiar de club para esto?” - pensé… “Podía haberme quedado donde estaba”. Pero la experiencia que me daba disputar partidos era un aliciente para mí, y al cumplir años me renovaron el contrato automáticamente, subiendo mi salario hasta los 15.000 semanales. Mi mamá, si tuviera, habría estado muy orgullosa.

A partir de mediada la siguiente temporada el entrenador decidió que ya se me daba suficientemente bien la creación de juego, así que empezó a entrenarme primero en tareas defensivas y después en pases. Aunque me costaba mucho al principio, me consolaba pensando que me iba a hacer rico mejorando y convirtiéndome en un jugador completo.

Hacia los 22, sin embargo, no cobraba mucho más que antes a pesar de ser un jugador mucho mejor… No entendía aún cómo funcionaba el mundo del fútbol, algunos compañeros del equipo que solo habían entrenado defensa a lo largo de su carrera y no daban garantías en ninguna otra posición del campo, habían visto grandes aumentos en sus sueldos, y yo que ya me apañaba en casi cualquier sitio no… No me sentía feliz, pero mi futuro no lo decidía yo.

Finalmente, con 23, de nuevo fui traspasado. Pagaron un auténtico dineral por mí, ¡más de 2 millones! Tal vez influyera haber marcado poco antes mi primer hattrick en un partido (en el día en que descubrí que tenía un tatuaje verde de HT en mi pecho y que sabía dar 2, 3 y hasta 4 volteretas hacia atrás). Qué injusto, de nuevo, que mi ya exequipo hubiera sacado tanto rédito de mi esfuerzo cuando a mí apenas me pagaban lo mismo…

Mi nuevo club era un club importante en una división alta. Desde el principio tuve que entrenar duro de verdad. Por primera vez gran parte de mi entrenamiento se centraba en mejorar el aspecto físico: el entrenador quería que pudiéramos rendir al máximo todo el partido. Y el resto del tiempo, como había hecho los primeros años de mi vida, volví a practicar el toque en el medio del campo. Para entonces era titular indiscutible, y por fin volvieron a recompensar mi esfuerzo adecuadamente con las dos siguientes renovaciones: a los 25 casi rozaba los 40.000 euros semanales y a los 26 superé los 50.000. ¡Mi sueño hecho realidad!

Pero no penséis que el dinero lo es todo para mí. La verdad es que hablo mucho de cifras porque mi vida ha estado llena de ellas, pero hoy precisamente prefiero hablar de sentimientos. Al parecer estoy muy feliz, muy muy feliz de hecho, porque lo he leído incluso en las declaraciones de mi ficha. ¡Hoy debuto en la Hattrick Masters, nada menos! Aún con mi experiencia no puedo evitar ponerme nervioso, espero no tener que tirar un penalti decisivo.

Y ahora, ¿qué me falta por hacer? ¿La selección quizá? Tal vez con el tiempo… Algún compañero mío lo logró hace poco, aunque son más mayores que yo. Estoy seguro que llegará mi oportunidad. Mientras tanto parece que seguiré mejorando mis jugadas, aún más; el entrenador tiene claro qué es lo que hay que hacer, y dice que si entreno otras cosas me costará mantener mi nivel actual. Vaya tontería, como si fuera a olvidar lo que ya sé... Pero bueno, por mi parte, mientras puedan pagarme el sueldo, lo daré todo por este club. Y si no pueden, ya veremos. Siempre hay nuevas aventuras que vivir… Al menos mi vida ya ha dejado de ser intrascendente :)




Puedes comentar este artículo aquí en el foro nacional: (16595951.1)


2014-06-06 09:20:12, 1002 views

Link directly to this article (HT-ML, for the forum): [ArticleID=18021]

 
Server 071