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[Concurso] Buscándose la vida

Aún en el peor de los momentos, la esperanza es lo último que se pierde.

Alfonso se apretó con fuerza los cordones de las zapatillas, se frotó las manos y comenzó a trotar suavemente por la calle, desierta a aquellas gélidas horas de la mañana. Los años pasan y las piernas pesan... y ésta máxima no era una excepción para Alfonso.

Lejos quedabán aquellos años en los que aún era un chaval, cuando jugaba en el equipo de fútbol de su pueblo y fue fichado por un club de otra provincia al empezar a destacar, cuando dio el salto a europa al fichar por un equipo rumano y abrirle las puertas éste a las grandes ligas europeas. Primero Bélgica, luego Alemania, donde brilló y destacó por ser un excelente lanzador de libres directos, siendo el máximo goleador de la liga durante una temporada y por último Italia, donde ya su carrera cayó en declive. Aunque en un principio demostró un buen nivel en Italia, poco a poco se iba notando que ya no era joven y que el rendimiento en el campo iba bajando. Cada vez era más frecuente verlo en el banquillo, hasta que un día el equipo decidió no contar con sus servicios y lo traspasó a otro club del mismo país, pero de una división muy inferior. El nuevo equipo no acogió muy bien al recién llegado Alfonso, al que condenó a la suplencia y al banquillo durante prácticamente toda la temporada hasta que finalmente no se le renovó el contrato y fue puesto en la calle.

Alfonso Gallardo, que en su día fue un jugador reconocido, se encontró a sus 36 años en el paro, sin futuro y malvendiendo su coche alemán de alta gama para poder subsistir. Muy a su pesar tuvo que dejar su lujoso apartamento en Italia y volver con su mujer y su hijo a su Córdoba natal a intentar con poca esperanza retomar su ya moribunda carrera futbolística.

Una vez terminada la carrerita mañanera, Alfonso volvió a casa para desayunar. Andrea, su mujer, no estaba, habría ido a llevar al niño al colegio. Preparó un café y unas tostadas y miró taciturno en el televisor las noticias de la mañana. Pensó en lo que se le facilitarían las cosas si algún equipo de la zona lo fichaba, por un lado el salario le ayudaría con el montón de deudas que ya se le acumulaban y por otro lo más importante, intentaría que el equipo le pagara la formación como entrenador, algo imprescindible si pretendía tener un futuro en el mundo del fútbol. Aquella misma tarde tenía una entrevista de trabajo con un equipo de la zona, el Narruña F.C. No guardaba mucha esperanza con que lo contrataran....pero quien no arriesga no gana.

Después de comer emprendió el viaje hasta las instalaciones deportivas del Narruña. Nada más llegar lo que más le sorprendió fue la limpieza de la ciudad deportiva y las amenas zonas ajardinadas. Un bonito lugar para trabajar, pensó.
En la oficina del club le tomaron sus datos personales y le hicieron pasar al despacho del mánager del club, un tipo desaliñado que lo miró con curiosidad.

-Veamos a ver... - dijo el mánager mientras leía su currículum- Si no he entendido mal usted, a sus 36 años y viniendo de un equipo de X división, pretende jugar con nuestro equipo, un equipo competitivo de VI. ¿Que puede aportar al club? ¿Tiene alguna habilidad oculta que yo no sepa?.

Las preguntas del mánager le resultaron un poco chocantes a Alfonso, pero sin perder por ningún momento los nervios, respondió con decisión:
-He jugado en varios equipos por todas europa, en todos demostrando un buen rendimiento y la experiencia es un grado. Tengo mucho que aportar en este equipo, sobre todo a jugadores jóvenes que estan aprendiendo ahora mismo. Además -añadió- soy realmente bueno lanzando faltas, un lanzador de categoría mundial me atrevería a decir.

Esto último provocó en el mánager una carcajada mal disimulada que intentó contener.

- Acompáñame- le dijo y ambos salieron del despacho.

El mánager le llevó al estadio del Narruña, el Pedregal, dónde el primer equipo estaba entrenando en ese momento. De un silbido, el mánager llamó la atención del portero titular del Narruña.

-¡Gonzalo! ve a la portería. -gritó- Prepárate, que tenemos aquí al mejor lanzador de faltas del mundo -añadió con sorna.

Acto seguido le lanzó un balón a Alfonso. -Demuéstrame lo que vales- le dijo.

Estaba muy lejos de la portería, a unos 40 metros y con el sol de cara. Todos los jugadores habían dejado de entrenar y lo miraban en silencio. El portero se mantenía en posición desafiante esperando al lanzamiento del libre directo.Alfonso había ido a la entrevista con camisa, pantalones chinos y naúticos y obviamente, ese tipo de calzado no le iba a ayudar mucho a la hora de golpear el balón.

Por su mente pasaron muchas cosas, aquel día cuando tomó con ilusión el avión rumbo a Rumanía, recién traspasado al FC Onesti, cuando jugando en Alemania se convirtió en el máximo goleador de la liga, pensó en su mujer, en su hijo.... y finalmente golpeó el balón, con decisión con todas sus fuerzas.
La pelota voló alto, girando sobre si misma y ante la mirada atónita de todos, haciendo una parábola entró por la mismísima escuadra. El mánager, que hacía unos segundos lo miraba con burla, permanecía tieso como un palo, mirándolo atónito. Sin embargo volvió a lanzarle el balón y le pidió que volviera a chutar otra vez, que los sorprendiera de nuevo. Alfonso se concentró, lanzó y volvió a marcar. Y así dos veces más.

Los jugadores aplaudieron con fuerza tras la exhibición de Alfonso y él no pudo evitar una sonrisa de alivio. El mánager lo llevó de vuelta a las oficinas del club y le hizo esperar mientras se reunía con la presidenta y los directivos. Tras cerca de dos horas volvió a verlo y volvieron al despacho.

-Éstas de suerte muchacho, parece que le has gustado a la directiva. Hacía tiempo que andábamos buscando a alguien de tu perfil, necesitamos a alguien con mucha experiencia, con buenas habilidades y que en un tiempo esté dispuesto a dar el callo enseñando a los chavales. ¿Estarías dispuesto a hacer el curso de entrenador algún día?.

La cara de Alfonso se iluminó, no se lo podía creer. Por fin, después de tanto tiempo, un rayo de esperanza iluminaba el gris de su vida. Después de ésto se reunió con los directivos del equipo, con la presidenta y con el entrenador. Luego de largas conversaciones, formalismos y papeleos, acabó firmando el contrato con el Narruña, entrenó con el equipo, jugó partidos y al cabo del tiempo el club le pagó la academia de entrenadores, convirtiéndose al fin en entrenador del equipo. Puede decirse que la vida le sonrió, a partir de ahí todo fue realmente bien.

Muchos momentos felices acompañaron a Alfonso desde entonces, muy buenos recuerdos. Pero sin lugar a dudas el mejor de todos fue el de aquel día, el primero de todos, nada más salir de la ciudad deportiva del Narruña, tras haberse reunido con la directiva del club, cuando, con el espiritu henchido de orgullo por el golazo de falta que había marcado horas atrás, cogió su teléfono móvil y llamó a su mujer.

-Andrea, vuelvo al fútbol.-La sensación que le produjo el decir esas palabras fue indescriptible, Alfonso volvía a ser el mismo, volvía a tener la oportunidad de dedicarse a lo que más le gustaba en la vida. Alfonso Gallardo (229553006) volvía a dar guerra.

2015-04-16 14:21:35, 608 views

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