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[Concurso] La soledad de un motor de juego

Artículo elaborado por (9593134) para el concurso de «Historias HT-Press».

Era un día gris, en una sala lúgubre, austera y diáfana. Frente a mí los ordenadores, conectados a un servidor clavaban incisivamente sus protocolos TCP/IP exigiendo la conexión de manera inmediata... El servidor, mi servidor, mi casa, ese sitio en el que durante años he prestado mis servicios de manera silenciosa, trabajando los miles de millones de datos de los partidos celebrados cada sábado. Puntual, diligente, eficaz, sin rechistar ni protestar por la cantidad ingente de cálculos procesados por segundo con un único fin, proporcionar el resultado de los encuentros que se disputan en las diferentes competiciones y entregar todos y cada uno en tiempo y forma.

¿Y todo ese esfuerzo para qué? Al final del metódico trabajo, los que ganan nunca reparan en el esfuerzo realizado porque, claro está, el triunfo es sólo fruto de su buen hacer y de nada más. Tan sólo los que pierden, los que no quedan satisfechos con el marcador final vuelven sus miradas hacia mí. Sí, esos que dicen saber mucho del juego y que se jactan de sus elaboradas estrategias. Esos que alardean con sus amigos de la «gran enciclopedia Hattrick» que son, que presumen ante su cuñado de lo bien que gestionan su equipo y que muestran con orgullo su último fichaje - un crack de nombre impronunciable sacado de la liga de un lejano país a precio de saldo – llegado para hacer las delicias de club y afición. Los mismos que cuando ganan sacan pecho para mostrar orgullosos su buen hacer y que ahora, cuando el rival se ha impuesto ante su “Armada Invencible” acuden con los ojos inyectados en sangre para recriminar que yo, un insignificante procesador de datos cuyo único objeto es hacer cálculos con las variables que ellos me proporcionan, no sabe hacer su trabajo.

Que solo me siento en ese lugar etéreo llamado ciberespacio, que abandonado me encuentro, que incomprensión más cruel. ¿A caso esos managers desesperados por su derrota no han reparado jamás en el hecho de que soy el mismo que calcula sus victorias? ¿A caso no se han parado a pensar por un miserable instante porque cuando ganan tal vez un poquito de SU éxito ha podido deberse a que según mis cálculos entraba dentro de las probabilidades?... «Eso jamás sucedería en la vida real» claman desesperados algunos, como si en la vida real el pez grande sí o sí, siempre se comiera al chico, como si en la vida real un equipo pequeño JAMÁS pudiera ganar a uno más grande... como si en la vida real todo estuviera predestinado sin la más mínima posibilidad de variación sobre lo previsto.

Y yo me pregunto, ¿pero qué gracia tendría un juego donde sabes de antemano como va a acabar? ¿Eso sería divertido? ¿Nos gustaría jugar a algo en lo que sabes que no tienes opciones de victoria por más que lo intentes?... Que triste es ser motor de juego y que ingrato cuando nadie repara en que sin ti, no habría juego.

2015-04-16 14:20:25, 689 views

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